

Muchos animales aprovechan que la Tierra se comporta como
un gigantesco imán para orientarse en sus
desplazamientos. Esto es lo que ocurre en el
caso de las palomas mensajeras. En el
cerebro de estas aves hay pequeñas
sustancias magnéticas que actúan como una
brújula. Gracias a este sistema las palomas
pueden orientarse en desplazamientos largos
y cuando las condiciones de visibilidad son
escasas.